Contra-historias
Estas películas, que funden la dimensión social y el experimen- talismo en un mismo crisol, desvelan que para Luis Ospina el hecho artístico era indisociable de una postura política. Por consiguiente, sus riesgos formales, siempre encaminados a expandir los límites del lenguaje cinematográfico, son un reflejo —y están en función— de ese contundente compromiso. Gestos de inteligencia estética y política que se interceptan, en la gran mayoría de los casos, en un visible sentido de ciudad.
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